sábado, 8 de diciembre de 2012

Día 7. Primera semana: Todo parece un cuento


Llevo una semana solamente, pero todo es delirante, como un cuento. Así empezó todo, y conserva aún esa magia extraña.

Antes de venir hubo empujoncitos, conversaciones y casualidades -así las llaman- que me terminaron trayendo. Miro por la ventana y veo la nieve y aún no me lo creo.

Fue llegar y ponerse a nevar. Es bonito de la hostia ver la ciudad nevada. Las casuchas estrechas, bajas, recubiertas de blanco potencian más mi sensación de libertad. Me siento bien disfrazado de paseante anónimo, observador ajeno de la realidad.

Eso sí, hay que abrigarse a conciencia. El frío se te cuela por la ropa y te raspa las entrañas, así que vamos todos como cebollas de las gordas, con infinitas capas de ropa. Mi abrigo de mierda que traía de Spain me va haciendo el apaño de momento. Para colmo se me ha manchado de pintura verde al ponerle el candado a la bicicleta; me he cagado en todo. Y es que acababan de pintar la barra a la que la he amarrado, pero claro, tócate los cojones: el letrero, aparte de ser diminuto, estaba únicamente en perfecto holandés, un idioma que a veces dudo que entiendan ni ellos. Pagué la novatada. Al menos ahora tengo un abrigo personalizado, ja.


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