domingo, 28 de abril de 2013

En un borde invisible entre Holanda y España

Donde las semanas habían pasado raudas como el rayo ahora pasaban con lenta parsimonia. David ya sabia lo que podia hacer en Amsterdam con los cuatro duros que le daba su curro de mierda: comprar unos gramitos de yerba y hash para la semana, comer barato y tomarse 4 pintas a la semana con sus colegas, pero 4; ni una mas o entonces habria bancarrota.

En esa espiral de vida cada vez mas monotona (ya no le importaban una mierda los pajaritos comiendo migajas del suelo, ni el brillo de los canales, ni el verde de los arboles... ni siquiera las guirirs que pasaban por la tienda con sus ojitos de todos los guinyos y colores). Cuando el hambre apretaba, solo el dinero podia saciarla, y teniendo los vicios caros que el tenia, para comer lo cierto es que quedaba poco.

Solo Julio y los otros amigos que vivian con el supieron de su lento y progresivo caer, de su peligroso camino cuesta abajo buscando una depresion con la que ya habia flirteado muchas veces antes en su vida. A David le horrorizaba la idea de tener que volver a Espanya, con el rabo entre las patas, como el perdedor que se marcha a buscar fortuna y vuelve sin nada, vacio y cabizbajo.

Esa fue la paradoja, que aun sin tener ni un duro y verse al borde del forzado regreso, sentia que nada de lo que hacia le hacia sentir mejor. Puede que de haber seguido en Espanya, venir unos dias y fumar White Widow fuese la repanocha, pero desde que era un ritual diario, la magia que una vez tuviese fumar porros habia desaparecido completamente. En esa espiral de autotortura que se habia convertido su mente, David lleno su cabeza de imagenes sexuales. En su periplo holandes todo habia ido una tremenda sequia sexual, y ya escocia. Habia pasado de Chispita, y mas alla de su estupido amor platonico con la camarera del Canvas -a la que jamas volveria a ver de nuevo- todo vapor sexual que emanase de sus poros se reducia al forzado masaje de manos casi diario. Vamos, lo que conocemos como masturbacion; una misera paja.

Sabia que igual tenia que dejar Holanda. Pero el deseo sexual le ardia por dentro, no podia aguantar mas. Habia decidido que de esta vez no pasaba; queria penetrar hasta la saciedad a alguna de esas princesitas que le tentaban detras de los cristales. Se acosto, pero antes jugo mientras se imaginaba el encuentro. Disfruto como un loco, y estuvo jugando con su polla durante una hora sin correrse. Al dia siguiente habria por fin un consuelo real. Y delicioso.

1 comentario:

  1. ¿Que te pasó? ¿Cómo sigue tu historia en Amsterdam? Me interesa bastante. Me ha gustado este blog.

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