domingo, 20 de enero de 2013

Y de fondo, la magia...

Era un sujeto altamente imprevisible, eso era obvio para todos los que le conocimos.
Podía ser el tío más hermético y reservado, y observarte atento desde su silencio, tanto como no parar de hablar, contarte todo, lo importante y lo que no, para luego desconectar con frecuencia de las conversaciones y perderse en sus propios pensamientos.

Y es que, más allá de su dicharachero entusiasmo, escondía un fondo lleno de sueños, deseos y creencias que le hacían especial. Hacían de él un soñador, un firme creyente en un algo invisible que guiaba a todos hacia el éxito. Esa locura le hacía sin duda especial.


Y esa misma locura le había llevado a amar la vida, los momentos y los instantes. A buscar una especie de magia en ellos. Era un camino que ya traía iniciado, pero aquellos primeros meses en Amsterdam estuvieron plagados de esa misma mágica conexión con la vida, los paisajes, los animales y la naturaleza. Y aunque pensaba que casi nadie le entendería, sabía que era el camino correcto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario