Chispita es graciosa aunque menudita, y admitiré que bastante mona de cara. Tiene unos labios que pueden evocar grandes fantasías sexuales, y desparpajo como ella sola. Una pena que sea espanyola, porque vine con bastante prejuicio a mis paisanos y con exacerbadas ganas de follarme cuantas guiris pudiera. Siempre me ha puesto bastante cachondo eso de compartir peripecias en la cama en otros idiomas. Chispita es amiga de amigos comunes, y lleva poco en la ciudad también. Una tarde de esas de café con porrito, Chispita se me abrió emocionalmente y me contó lo mal que lo había pasado por culpa de su novio en Espanya antes de venir. Yo estaba en grandes momentos de inspiración, con una vibración alta, y le hablé demasiado bien y con consejos demasiado acertados. Lo cinematográfico de mi tono de voz debió hacer el resto, porque Chispita quedó prendada de mi en ese preciso momento: lo supe. Han sido muchos cafés desde entonces, aunque he intentado evitarla, porque no quiero nada. Igual debería follármela, igual me vendría bien, igual no debería ni cuestionármelo, pero siempre he sido un poco especial y perezoso, y las chicas que me han gustado me han tenido que "gustar de verdad", una política que no me ha traído las mejores cosechas.
Llevo varios días evitando quedar, no para de buscarme y me parece una pesada. Por qué será siempre la misma historia? Por qué siempre perdemos el interés en lo obvio, en lo que sabemos con total garantía que tenemos y no podemos perder? Quizá si Chispita se escondiera más, la percibiría con otros ojos, pero juro que al menos ahora no puedo.
Y luego están Julio y Jess, y juro que me toca los huevos tener que encontrarme pensando así. Él es un gran amigo, siempre le he guardado un gran carinyo, y se ha portado genial conmigo desde que llegó. Sin embargo hay un elemento nuevo en su vida, en nuestras vidas, con el que a priori jamás podía contar. Un elemento con tanta fuerza que se hace imposible de ignorar, y se llama Jessica. Julio lleva anyos en la ciudad, y apenas sale, y sus horarios son convencionales. No así los de su chica, Jessica, que coinciden más con los míos. Ella, que habla hasta por los codos y necesita atención constantemente, ha visto en mi la posibilidad de matar sus horas muertas hasta que se encuentra con Julio, y yo, que soy nuevo en la ciudad, encantado de contar con una guía o cicerone, que me haga los honores y ensenye nuevos coffeeshops. Hasta ahí todo bien. El problema es que, cuando se trata de Jessica, hablar mucho termina siendo síntoma de pensar mucho, y que hable mucho de su relación con Julio, a mí, como amigo de él, me toca bastante los huevos, que queréis que os diga.
De repente va a ser verdad que necesito nuevos aires, nuevas gentes. Llevo 3 meses aquí, pero ya me canso de vivir entre la persecución de Chispita y las historias de mierda entre Julio y Jess. Fase 2 ya, por favor!
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